El higo tinto, que se consumía fresco, fue alimento que ayudó a mitigar la miseria en algunas etapas de este Sur. Según recuerda el cabrero Salvador González Alayón,en Fañabé, el año cuarenta y uno y eso, eso salvó mucha hambre, mató mucha hambre. O Gaspar Morales Reverón, que desde la Asomada de los Eres, Los Cristianos, se trasladaba en la noche a buscar una cesta de higos tintos a Los Pedrones, allá en Fañabé, donde le dicen el Granero Negro parriba.
Asimismo se encuentran referencias documentales de las dificultades que motivaba las escasas cosechas, sobre manera en los períodos de guerras y entreguerras. Que sobre todo repercutía en las capas más desfavorecidas, como se cita para Arona,donde hay familias que han tenido que reducir a una sola sus tres comidas diarias; otras que, como único recurso, han tenido la hoja del nopal cocida o el higo tinto (cuyo destino es el del ganado).